La Ley 42/2010, de 30 de
diciembre, por la que se modifica la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de
medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el
suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco, define
claramente en su “Artículo 7. Prohibición de fumar”:
“Se prohíbe fumar, además de en aquellos lugares o espacios definidos
en la normativa de las Comunidades Autónomas, en:
…
t) Hoteles, hostales y establecimientos análogos, salvo en los espacios
al aire libre. No obstante podrán habilitarse habitaciones fijas para
fumadores, siempre que cumplan con los requisitos establecidos en el artículo 8.
…”
Queridos clientes fumadores que estuvisteis alojados en la habitación número (*), como seguramente entenderéis, nuestro pequeño hotel de 6 habitaciones, no
puede permitirse reservar un 30% de las mismas para vosotros como dice el
artículo 8 de la citada Ley.
Pensamos que la mayor parte de la
gente que se aloja con nosotros, gente educada y amable, entiende que hayamos
decidido que nuestro hotel, en el que también vivimos y trabajamos nosotros,
sea un espacio totalmente libre de humos de tabaco.
Hemos de deciros, queridos clientes, que después de
varios días ventilando la habitación número (*), después de lavar sábanas, toallas, mantas
y colchas, sigue habiendo un persistente olor a tabaco que no tiene por qué
soportar ningún otro huésped, ni el personal de limpieza, ni nosotros mismos.
Os parecerá una exageración todo
lo que exponemos, queridos clientes, pero ocurre que hace unos días el tema fue
mucho más grave: a las 2 de la madrugada saltó la alarma anti-incendios de la
casa porque a otro cliente como vosotros, le apeteció fumarse un puro a esas
horas, como no podía dormir…
Pensamos que todas estas
explicaciones eran innecesarias en un establecimiento familiar como el nuestro.
De hecho, consideramos que no
hacía falta colocar carteles de prohibición ni avisos al respecto. Así lo han entendido la mayor parte
de nuestros clientes y amigos, salvo vosotros, huéspedes de la habitación número (*) y
el descerebrado del puro.
Pese a todo, NO colocaremos los odiosos carteles de
prohibición. Pero que sepáis,
queridos clientes de la habitación número (*), que con vuestro comportamiento
irresponsable, maleducado e irrespetuoso con la gente que no fuma, NO sois
bienvenidos en La Almazuela.
(*) Omitimos el número de la habitación, queridos
huéspedes, para no avergonzar al
interfecto más de la cuenta.